En su taller, en el distrito de Barranco, conversamos con Jade Rivera, un artista autodidacta que ha ido cambiando la cara de ciertas calles peruanas y del mundo, plasmando colores y realidad en sus muros.
Jade Rivera nació en Junín, Perú en el año 1983. A los siete meses de nacido su madre y él emigraron a Lima. Rivera se crió en el distrito de Chorrillos, estudió en un colegio nacional y allí se despertó su curiosidad por el arte, cuando tenía once años. La pobre enseñanza de su centro escolar y su creciente interés por el arte lo motivaron a dedicarse más al dibujo y la pintura. A los diecisiete años estudió en la Pre Escuela Nacional de Bellas Artes, pero desistió de postular al último momento, desarrollando su obra empíricamente. Rivera ha encaminado su obra como un autodidacta desde 1997.
El que hace hablar a las paredes
Desde un primer momento lo que le atrajo del graffiti fue el uso de los colores; después quiso averiguar quiénes lo hacían y cómo. Fue un amor a primera vista con el arte de la calle, le llamaban la atención las letras de los barristas, su estética le parecía fascinante. Empezó a practicar y así entró al mundo del arte urbano. Lo que le ha dado la calle es un reconocimiento más difícil de conseguir que siendo un artista de galería.
“El arte de la calle se dio porque desistí de ingresar a la escuela, ésta te absorbe muchísimo”. Desde entonces es autodidacta, desde los 17 años decidió ser independiente.
Rivera ha sido reconocido por sus murales de gran formato y también por sus miniaturas en diferentes partes del mundo. A la par con su obra como artista urbano, Jade dedica gran parte de su tiempo al trabajo en el estudio explorando técnicas mas tradicionales como el óleo y la acuarela. Les dejamos una entrevista que tuvimos con el donde nos cuenta u poco más de él.
MURALISMO VS GRAFITI
El arte que realiza Jade tiene lineamientos de los muralistas mexicanos Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Trata de comunicar a través de las imágenes y se realiza generalmente en las calles. Algunos entendidos clasifican a Jade como neo muralista y otros como muralista contemporáneo.
Al contrario de los graffitis, los murales tienen que ver con la idea de transmitir una idea, un pensamiento, un mensaje, pasando el nombre a un segundo plano. Para hacer sus murales, la mayoría de veces le presta atención a lo que la calle le dice, esa es su principal fuente de inspiración: la gente, la ciudad, el país en que se encuentra. Siempre está muy atento, con la observación al límite para que cualquier instante de la vida cotidiana le transmita un momento que retenga en su memoria y luego plasme en un mural. Lo que hace Rivera es realismo puro, no hay nada abstracto. Existe misterio en su brocha, pero no un imaginativo al extremo, que hace que los cuadros, rayas o líneas se transformen en lo que son.
Una de las obras más importantes y que ha dado a conocer su trabajo es el mural que está en el puente de los suspiros, él considera que es el mural más fotografiado en Lima y que no tiene ningún mural favorito, aunque lo podría considerar a sus últimas obras que va realizando. En Emiratos Áraves estuvo 40 días trabajando en un mural de 600 meteros de altura junto a sus 7 amigos de infancia. Ese es el proyecto que más tiempo le tomo hacer.
Cada vez que pinta algo transmite emociones, realiza una especie de poesía visual. Es decir, trata de mezclar la representación del ser humano y su conexión con la naturaleza. Cada obra que realiza tiene una intención emocional distinta.
Jade expresa que ser artista es difícil porque existen temores alrededor, por ello se necesita valor para hacerlo. Las personas que estén interesadas por las pinturas deben ser constantes y tener claro que ser artista es como cualquier otra carrera, por eso requiere de mucha dedicación, tiempo y disciplina.
"Yo trato de encontrarle belleza a lo natural y representar en la obra
una pintura honesta, sencilla y directa", exclamó Jade Rivera.
EL ARTE
El arte es lo que está en medio entre artista y pintura, es decir la percepción y lo invisible. Empezó hacer grafitti a los 14 años y su pasión se inclinó por el arte en la calle, pero empezó a dibujar desde los 11 años. Aprendió viendo de muchos artistas y en el camino porque su mente se fue desarrollando más, entendiendo de lo que significa pinta en la calle y los problemas que suceden en la sociedad. Cada vez que empieza a pintar un cuadro, piensa en respuestas, sin embargo acaba con más preguntas. Sabe que las imágenes son estáticas, pero cuando uno observa con detenimiento el tiempo se detiene y sí el artista fue bueno expresando su mensaje logra cambiar la vida de las personas.
El arte callejero tiene diversas expresiones. Un mural puede ser el lienzo de una gran obra. Más si su contenido, sus líneas, sus colores se mimetizan con el entorno y lo realzan contando una historia. También pueden ser obras efímeras que el tiempo, el clima y, a veces, el humano pueden borrar sin remedio.
En el 2009, tuvo invitaciones para pintar grafitis en Europa. Junto a sus amigos estuvo en España, Italia, Alemania, Suiza, Eslovenia, y gran parte de Francia. En el proceso de pintar descubrió a Velásquez, Rembrandt, Picasso, vio absolutamente todo. Eso le abrió la cabeza y entendió que el grafiti estuvo bien por un momento, pero quería aprender de los grandes maestros. De ahí su inclinación por el arte más clásico.
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